Siguiendo con las clases de
teología me llamo mucho la atención una
diapositiva de los materiales audiovisuales de “La Teología de la Cristología” que trataba sobre cómo
entender la muerte de Jesús en la relación con sus enseñanzas y su modo de
proceder. Estas cuestiones despertaron cierta
curiosidad en mí. De la misma manera conversando con una amiga salió a la luz el tema de la muerte de Jesús y de
esta platica surgieron nuevas ideas, causas
que enmarcaron la muerte del Hijo de
Dios. En las siguientes líneas describiré las causas que condujeron a la muerte
de Jesús viéndolo desde una perspectiva religiosa y político- social.
La imagen de Jesús, según Pagola, tuvo un gran
impacto en las personas de su alrededor, a través de los rasgos que lo
caracterizaron, rasgos como humildad, filantropía, amor, misericordia, etc. Al
mismo tiempo resaltaba la esencia de su mensaje “la buena noticia” y
el acercamiento que tuvo hacia las
personas excluidas y marginas del sistema imperialista romano; de modo que despertó la atracción de algunos y la
hostilidad en otros. Y es en este último grupo donde se encuentran sus verdaderos acusadores.
Dentro de este sistema, coexisten
características religiosas y políticas- sociales, entre otras, pero son estas
dos, en última instancia, las causantes de la muerte de Jesús. Por un lado,
como lo dice Aguirre, los principales enemigos de Jesús fueron las autoridades,
sobre todo las sacerdotales. Los fariseos y los saduceos fueron quienes se
opusieron a sus enseñanzas, quienes se valieron de todos los medios para
arrestarle y de esa manera impedir la propagación de su mensaje; ya que, vieron en Jesús una amenaza para sus fines económicos y de estatus de autoridad religiosa. Asimismo
Jesús, según Aguirre, busco la renovación
de su propio pueblo y, con ello la reincorporación de los excluidos y marginados,
y es esto lo que en parte desagrada a los sacerdotes debido a que miraban en
estas personas a seres inferiores a
ellos, el otro diferenciado, y en consecuencia jamás se hubieran imaginado
hablar con una prostituta o comer en la misma mesa junto a un recaudador de
impuestos.
Por otro lado, los otros factores
que sumaron a la muerte de Jesús fueron los políticos-sociales. Como bien lo
sabemos, Jesús vivió en Jerusalén, provincia de Palestina, perteneciente al Imperio Romano desde el siglo anterior
antes de Cristo. Palestina, como provincia, ocupo un lugar importante en el
imperio pues se encontraba entre Siria, puerta de acceso a Asia Menor, y
Egipto, almacén de graneros más grandes de su época. Y Desde luego que
controlar esta provincia era de suma importancia para los fines económicos,
sociales y políticos de los romanos. Es por ello, que cualquier manifestación de un grupo o persona
que iba en contra del sistema- de clases sociales, pago de tributos, etc.- era
considerada como un revolucionario, por lo cual tenían debían de poner orden a los posibles levantamientos. Visto
desde esa perspectiva, Jesús era
considerado por los romanos como un revolucionario, como uno que estaba fuera
del sistema, que mediante su modo de vivir, su estilo de vida, y el mensaje del
Reino de Dios que traía fue dando esperanza de un lugar más justo y lleno paz lo
cual no pudo desarrollar el imperio romano; más bien, todo lo contrario por ejemplo grababan en tributos y más
tributos, según Pagola, e inclusive las autoridades romanas lograban apoderarse
de las tierras de los judíos mediante la falta de impuestos, y es por ellos que
muchos empezaron a empobrecerse y vivir en condiciones precarias.
Como hemos podido observar, Jesús no “encajaba” en la sociedad,
ni para las autoridades religiosas judías ni para las romanas. Jesús mediante
su modo de vivir, reflejando el mismo el Reino de Dios, con sencillez y
dignidad, con sentido y esperanza fue lo que el sistema no soporto y por ende
tuvo que salir el que menos “poder político” tenia. Y es que como Jesús vivió
es que murió, pues fue consecuente con su accionar; de modo que, quien lo mata
es el sistema.
BIBLIOGRAFÍA
Aguirre R. Aproximación actual al Jesús de la Historia.p.10.
Pagola J. Jesús: Aproximación histórica. 4-8.
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